Mi vecinito.

Estaba de vacaciones en un apartamento un verano, era un piso interior, lo único que pude encontrar para viajar a la playa aquel verano. Para tender la ropa, había que subir a una terraza que tenía en la azotea del pequeño edificio de solo cuatro plantas.
La primera vez que subí a tender al descubrir que la puerta de hierro por la que se accedía tenía un cerrojo por la parte del patio, pensé: mira que buen solarium.
Me asomé por lo laterales y descubrí que no había, nadie que pudiera verme desde allí, pues todas las demás edificaciones colindantes eran de tres pisos, así que pensé: cualquier día me subo aquí y me pongo a tomar el sol en pelota picada, embadurnada en aceite bronceador, mi trabajo de vedette no me permitía quedar marcada por el sol con unas zonas blancas y otras bien broceaditas, por lo que cuando bajaba a la playa tenía que hacerlo con un tanga mínimo y en topless, aquella era una zona tranquila del mar menor, donde no estaban muy acostumbrados a ver así en la playa a la gente y mi persona llamaba la atención de todos los hombres, que me miraban con agrado y de las mujeres que lo hacían con desprecio.
Por lo que mis visitas al ático se fueron haciendo cada vez más frecuentes, me desnudaba completamente y tras untar mi piel con el aceite por todas partes, incluido mis partes nobles, me quedaba espatarrada en mi hamaca durante horas adorando al rey sol.
Una mañana subí como ya era mi costumbre, llevaba aproximadamente hora y media expuesta al sol que aquel día calentaba en exceso.
Esta calentura ejercida sobre mi coño desnudo y aceitoso empezó a producirme cierta excitación, por lo que empecé a masturbarme suavemente con mis manos. Resbalando mis dedos sutilmente por entre los pliegues de mis labios vaginales y amasando mi coñito lenta pero intensamente.
La influencia del mismo sol sobre mi cabeza, me mantenía prácticamente adormecida y exhorta en mi apoltronamiento me deje llevar por el placer, mis labios estaban resecos y mi lengua buscaba humedecerlos deslizándose provocadoramente sobre ellos.
De pronto escuche un ruido de la puerta de hierro que me hizo abrir lo ojos e incorporar mi cabeza, la vi entre abierta pero detrás no había nada, así que no me moleste en levantarme a cerrarla, pensé: no debo haber echado el pestillo bien, pero bueno en los 15 días que llevo aquí, no ha subido nadie, así que como estaba tan a gusto pase de levantarme y seguí con lo que tenía entre manos, magreando mi chichito con una mano y mis tetas con otra, relamiendo mis labios y metiendo mis cuatros dedos en mi coño, espatarrada totalmente y gimiendo en silencio.
Ya estaba echando de menos un buen rabo duro cuando sentí una mano, acariciando la cara interna de mis muslos y al abrir los ojos descubrí a un muchacho joven de unos 20 años como mucho, arrodillado ante mi, que a mi intento de abrir la boca, susurró un chissssssssssssss, tapándomela con dos dedos que coloco sobre mis labios, mientras suplicaba: déjame ayudarte por favor, ¿quien eres tú? pregunté: tu vecino del segundo, contesto, mientras recorría con su lengua el coño, lamiendo con dulzura lenta y lascivamente, ufff… era justo lo que necesitaba, así que le dejé ayudarme como me había pedido y me dejé hacer gustosa, mientras lamia mi conejo estiro una mano para magrearme las tetas y a continuación empezó a chupetearme los pezones para pasar también por mi boca y enredar su lengua con la mía, estas buenísima dijo: llevo una semana aquí y cada vez que te veo salir o entrar , se me eriza la polla. Umm …. Dije yo atolondrada por el sol y el placer ¿ y como de erizada esta ahora? Compruébalo por ti misma dijo sacándosela del bañador que llevaba.
Uff… aquel chiquillo tenía entre sus piernas justo lo que mi cuerpo pedía a gritos en ese preciso momento un gran rabo y bien erecto.
Que suplique me clavara en el coño sin más dilación y a la mayor brevedad posible. No sin antes pegarle un par de intensas lamidas a lo largo y ancho de su miembro y unas cuantas tragadas profundas, saboreando su capullo como si fuera un helado de fresa.
Se coloco sobre mí y amarrándome de las piernas me atrajo hacia él, para hacerla entrar de un empujón lento y contundente.
Soltando un suspiro de placer, justo al llegar al tope de mi cuerpo, comenzó a meterla y sacarla lenta y acompasadamente, haciéndome sentirla en toda su extensión.
Resbalaba perfectamente con el aceite y el calor que mi coño desprendía intensificaba aún más el placer de la fricción, joder eres increíble, mi sueño más morboso hecho realidad, decía, mientras me penetraba cada vez más rápido, nunca he probado un chochito tan caliente, me encanta, eres una autentica delicia, todas las pajas de mi vida te las dedicaré a ti de ahora en adelante, prometía.
Yo mientras suspiraba y movía mi pelvis buscando el ángulo perfecto para que me entrara al máximo posible, recibiendo con ansia aquel capullo que golpeaba en el fondo de mi coño.
Estuvo follándome así poco más de media hora, metiendo sus dedos en mi boca que yo chupaba con sensualidad.
Me colocó las piernas en diversas posiciones, sobre sus hombros, alrededor de su cintura, medio girada sujetando con sus manos mis piernas y espatarrándome a su antojo.
Ahhhh dijo al cavo de un rato, no puedo soportarlo más, me corroo, córrete conmigo por favor quiero sentir tu caldito salpicándome los huevos, esa frase acentuó mi morbo y mi excitación y rápidamente conteste: siiiii ahhh, yo también me corrooooo, ahhhhh dame tu leche, dije, mientras le agarraba con mis manos ese trasero duro y pequeño para atraerlo hacia mi todo lo posible y fue en ese momento cuando mi coño soltó un chorretón de fluidos calientes sobre sus casi adolescentes cojones y sus piernas, mientras simultáneamente el se derretía dentro de mi cuerpo, clavándola con saña en mi interior con un ohhhaahhh.
Cuando ambos recuperamos las fuerzas le pregunte su edad, ¿quieres la autentica ó la idónea? pregunto, la autentica evidentemente, conteste: 17 dijo escueto, sabiendo de antemano que me sentiría una asaltacunas, joderrr… dije: podría ser tu madre.
A lo que el contesto con una seguridad apabullante: Sí, pero no lo eres… por suerte, añadió, si tengo una madre como tu, mí padre duerme en la escalera, te lo aseguro.
El cabrón del niño estaba sumamente desarrolladito por todas partes, tenía un cuerpazo precioso que claramente demostraba que era un gran deportista.
Intentando quitarle hierro al asunto, le pregunte bromeando: ¿Y que comes tú para estar tan bueno chiquillo? Tienes un cuerpazo.
Compito en natación y en karate, además juego al fútbol y me gusta el deporte en general .Tienes que tener un éxito arrollador con las chicas, le dije: y el contesto sonriendo, si no me puedo quejar.
¿Cual crees que hubiera sido la edad idónea? Le pregunté: No se, he estado por decirte que tenía 22, pero la realmente idónea para ti supongo que son los 25 y ahí no hubiera colado ¿a que no?
Pues no, conteste, añadiendo: tienes cara de niño, lo que en realidad eres.
Sí pero un niño con pelos en los huevos ya no es un niño dijo ¿no crees?
Tuve que echarme a reír ante su gallardía y asentí con la cabeza.
Bueno hombrecito he de reconocer que me has ayudado muy bien.
Pero ahora tengo que irme, me voy mañana a primera hora y aun tengo que hacer la maleta.
Ha sido un placer conocerte madrileña, dijo, a lo que yo pregunté atónita ¿como sabes que soy de Madrid? Por la matricula de tú coche, ya te he dicho antes, que vengo observándote desde que llegué.
Me puse en pié sonriendo ¿como te llamas? pregunté, a lo que el contesto: Nacho ¿y tú? Sonia le dije y amarrándole la cara con una mano, le di un besito en sus labios y una bofetadita suave, diciendo: Pórtate bien niño malo… le guiñé un ojo y me fui de allí cubriendo mi cuerpo con la toalla.
Este relato se lo dedico en especial a lobito y a danielrg y a todos los jovencitos que me leen y sueñan con pillar a esta madurita en un descuido similar a este.

Sonia Rox.

0 comentarios: