Caceria de cazadores

Durante dos años, entre los 29 y 30 estuve viviendo en la sierra Madrileña, sola, ya que vivía allí con el que sería el padre de mi hijo, pero por motivos que no viene al caso explicar el se ausento durante un largo periodo de tiempo y yo me quede al cargo de sus cosas, una yegua y  una parejita de American Standford .

Con ellos descubrí la maravillosa relación afectiva que se crea entre la raza canina y la humana.
Esos dos cuadrúpedos fueron durante mucho tiempo, mi única compañía. Nos cuidábamos mutuamente, yo proporcionándoles su comida y ellos protegiéndome como su mayor tesoro y dándome una compañía completa. Comprendiendo así porque se dice que “el perro es el mejor amigo del hombre”.
Una mañana que salí a pasear con ellos por la vereda de un río cercano, escuche unos tiros de escopeta. Me asustaba la idea de que pudieran confundirlos y les amarré hasta encontrar a los cazadores.


Estaban junto al río y al llegar allí y ser claramente divisada por ellos, les pregunté si no tenían perros, ya que los míos se enzarzaban rápidamente con los de su especie, que ya se sabe como son los pitbull, una vez que hacen presa es complicado pararles, tenían tan solo un galgo y un perdiguero, ambos se vinieron hacia los míos que rápidamente pusieron su rabo en forma de gancho y su lomo erizado, los perrillos sueltos, olisquearon y se apartaron rápidamente para no buscarse problemas, uno de los cazadores les llamo y les metió en el 4×4, para que yo pudiera soltar a mis niños peludos.
Les solté, para que hicieran lo que más les gustaba, jugar en esas aguas, se entretenían en coger piedras, lanzarlas al agua y luego bucear para volverlas a sacar.
Yo empecé a conversar con los cazadores, en primer lugar agradeciéndoles el detalle que acababan de tener  y  luego continúe preguntándoles  ¿que cazaban por allí?, hay mucho zorro…me contesto uno de ellos, también perdices é incluso jabalíes.
Mucho zorro y mucha zorra… conteste yo haciendo una broma, que les dejó estupefactos. (Ya sabéis, mi mente calenturienta salta a la mínima)
Eran dos hombres que rondaban los cuarenta y estaban bastante bien ó al menos a mi me resultaron atractivos desde el primer momento.

También podía ser debido a que llevaba cerca de un año entero sin tener relaciones con nadie, en esa mi vida de ermitaña y el hambre de hombre acuciaba.

Yo iba vestida tan solo con un bikini de camuflaje y una minifaldita  color hueso, con bolsillitos de corte militar , ya que estábamos en verano y hacía mucho calor, supongo que eso influyó para que decidieran facilitarme el quedarme por allí , guardando a sus perros.
Os muestro algo parecido a mi vestimenta en estas fotos que me hicieron con el taladro, con las que ilustro la historía.
Los míos no dejaban de jugar chapoteando en el río, de vez en cuando la perra, venía y me soltaba la piedra invitándome a jugar con ella y yo la cogía y se la lanzaba al agua, para que ella fuera a buscarla.

Me senté en una piedra grande que había por allí, lo cual hacía que mí minifalda dejara entrever el pequeño triangulito de camuflaje que les impedía  adivinar como sería mi entrepierna, para no parecer descarada las mantenía cruzadas ó muy juntas.
Pero notaba en sus ojos “el deseo”, que iba creciendo por minutos.

¿Y no os da penita matar a los pobres zorrillos? Pregunté en un momento dado, son tan bonitos!!! Exclamé.
Uno de ellos el más parlanchín dijo: bueno es una forma de reunirnos de vez en cuando, algún domingo por la mañana y escapar de la monotonía que tenemos en casa.
Vaya ósea que solo es para matar el aburrimiento… dije.
Ellos asintieron con la cabeza y yo continué: pues hay muchas cosas más divertidas que hacer, acordaros del lema de los hippies: “Haz el amor y no la guerra” es mejor salir a cazar zorras de dos patas, que zorros de cuatro, vamos creo yo.
El que estaba más cerca de mí y menos cortado, dijo: estoy de acuerdo contigo, sobre todo si las patas son como estás que tú tienes, que da gusto verlas,  son kilométricas,  parece que no tuvieran fin.
Pues si que lo tienen sí, conteste.
El se acerco un poco y dijo: a ver déjame investigarlas, mientras les echaba mano para acariciarlas, recorriéndolas en toda su longitud con sutileza, ummm… decía… que piel tan suave y  que morenito serrano tienes, esto sí que es pata negra, diría yo.
Poco a poco fue separándomelas hasta dejarlas abiertas de par en par y entonces dijo: anda mira, he encontrado el final, echando mano a mi coño y cogiéndolo a manos llenas, sobeteo mi chochito por encima de la braga y este empezó a segregar  juguitos, mojando con ellos el pequeño trozo de tela y marcando mis labios vaginales con absoluta claridad.
El otro extendió una manta sobre el suelo y dijo: no estarías más cómoda aquí morena, te vas a magullar ese precioso culo con los picos de la roca. Yo hice un gesto afirmativo y me levante para tumbarme sobre la manta, déjame ver  y probar ese Jabugo que tiene que estar delicioso dijo perdiendo la timidez.

De  modo que quede tendida sobre la tela, con uno de ellos a cada lado, sobeteándome toda, por que mientras el recatado, recorría mi conejo con sus manos y me sacaba las braguitas,  el otro echó mano a mis pechos dejándolos al aire y magreándolos con lascivia, mientras repetía ummm… deliciosa, si señor…casi al unísono pusieron en funcionamiento sus bocas, uno metiendo su lengua entre mis piernas para recorrer con ella toda mi rajita y el otro succionando y chupeteando mis pezones.Ya estaba totalmente entregada a esos dos machos y deseosa de sus rabos, que no tardaron en hacer acto de presencia, completamente empalmados.
El que toqueteaba mis tetas, se coloco detrás de mi cabeza y lo saco con su mano, mi boca lo busco doblando hacia atrás la cabeza y el tras darme unos cuantos pollazos en la cara sobre mis labios, lo inserto en mi garganta, clavándola hasta el fondo.
El otro dejo de lamer para meter sus dedos en mi agujerito é ir abriendo camino, me estuvo follando con ellos durante un rato y cuando vio que comenzaba a hacer aguas.
También se saco la polla y la clavo directamente cogiéndome por las piernas fuertemente para atraerme hacia él. Umm… era lo único que podían emitir mis cuerdas bocales aplastadas por ese “zimbel” que entraba y salía de mi garganta profunda y enardecidamente.

No tardamos mucho en cambiar la posición, cuando yo me incorporé para lamer el rabo que me estaba penetrando por abajo, quedando entonces a cuatro patas y dejando mi culito expuesto para que el otro probara también la temperatura de mi coñito ardiente, metiendo su enorme termómetro hasta hacer tope .
Umm me encanta que me amarren por las caderas y me la claven bien duro puesta así, como una cerda, a cada empujón de este, el rabo del otro se clavaba más y más hondo en mi boca.
Estaba disfrutando como una loca y más disfruté cuando el que me daba de comer decidió tumbarse 
boca arriba, para que yo me sentara sobre su polla, cosa que hice con mucho gusto moviendo mi pelvis para sentirla toda dentro y recorriendo su verga completamente, acariciándolo con las paredes internas de mi vagina, subiendo y bajando con los músculos de mi sexo contraídos para darle más estrechez, lo cual no tardaría en ocurrir de manera natural, ya que el otro introdujo un par de deditos en mi orificio anal y rápidamente insertó su polla en ese lugar, llenándome por dentro completamente…
ummm…que rica doble penetración me dieron, fué tan placentera que yo gritaba como loca de gusto y soltaba a chorros mis juguitos corriéndome una y otra vez. Lo cual ellos no pudieron soportar por mucho tiempo y llenaron mis orificios con sus leches calientes, no sin antes preguntarme el de adelante, si podía deshacerse dentro de mí, a lo que yo afirmé con la cabeza ya que tomaba anticonceptivos.

Cuando me puse en pie sendos agujeros chorreaban sus leches que caían lentamente por mis piernas y así victoriosa y bien follada, me vestí de nuevo para despedirme cordialmente y pedirles que dejaran de matar a los pobres zorrillos.
 A  lo que ellos accedieron gustosos y pegando un silbido a mis niños peludos me marche de allí con cara de satisfacción y despidiéndome cordialmente de los cazadores.


Sonia Rox

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